Caso 1. Las encuestas de Burt

Has dedicado toda tu vida profesional a la investigación científica, te has convertido en la autoridad de referencia en tu campo y posees una cátedra en una prestigiosa universidad. Pero acabas de cumplir 70 años, estás sordo, tienes artrosis y problemas de visión. Los méritos acumulados durante una vida de trabajo te permitirían “relajarte intelectualmente” y pasar tus últimos años dedicado a lo que te apetezca. En esta situación tú…

A – La investigación es tu vida y no aceptas que tu cuerpo no te permita seguir haciendo aquello que has hecho siempre. Dado que toda la universidad sabe que no estás en condiciones de realizar las investigaciones por tu cuenta decides inventarte a un colaborador fantasma que supuestamente será quien haga el trabajo de campo. Llevas toda la vida investigando lo mismo y por lo tanto sólo tienes que “fabricar” datos que corroboren tus hipótesis anteriores. En realidad no estás inventándote nada, tú ya sabes cuál es la respuesta y sólo creas los datos que confirman una verdad ya demostrada por ti anteriormente. De esta manera mantienes tu prestigio intacto y nadie podrá decir que has perdido facultades.

B – Aceptémoslo, la edad no perdona y ya no estás para el trabajo de campo. Dejas la investigación activa y dedicas tu tiempo a la docencia y a asesorar a nuevos talentos que puedan beneficiarse de tu experiencia. Hay que dejar paso a las nuevas generaciones de científicos.

C – Te retiras, te lo has ganado. Piensas pasar el resto de tus días explicando batallitas a tus nietos y cuidando el jardín, ya le has dedicado tiempo más que suficiente a la universidad.

D – En realidad no se te plantea ningún problema, todos los estudios que has hecho a lo largo de tu vida son falsos. ¿Para qué ibas a desperdiciar tu valioso tiempo haciendo largos y tediosos estudios que no le interesan a nadie y que pueden resolverse con simple sentido común? Toda una vida de invenciones han dado sus frutos y ahora vas a retirarte y a disfrutar aún más de tu tiempo libre.

E – No haces nada y esperas a que el consejo de la universidad decida tu futuro.


¿Se hereda la inteligencia o se adquiere y desarrolla a lo largo de la vida? Esta pregunta posee particular importancia social y política. El trabajo de Sir Cyril Burt constituye el principal argumento de los partidarios de la transmisión hereditaria de la inteligencia. Burt, que murió en 1972 a los ochenta y ocho años de edad, fue considerado durante toda su vida como uno de los grandes maestros de la psicología en Inglaterra. Sólo después de su muerte surgieron críticas contra sus resultados. Los trabajos de Burt se basan en el estudio del cociente de inteligencia (C.I.) de los gemelos univitelinos separados al nacer. Si los C.I. de tales parejas de individuos (que tienen exactamente los mismos genes) son similares, se debe a que la educación en los distintos medios no repercute en las facultades intelectuales. Las conclusiones de todos los trabajos de Burt demuestran que los C.I. de los gemelos verdaderos que viven separados son muy próximos y, por consiguiente, la inteligencia es, ante todo, hereditaria.
Al final de su vida, Burt, anciano y sordo, no estaba ya en condiciones de efectuar las pruebas del C.I. Entonces empezó a publicar sus trabajos con dos colaboradoras, Conway y Howard, de las que precisamente se suponía que realizaban las encuestas. Pero en 1976, Oliver Gillie, periodista del Sunday Times, de Londres, afirmó después de una ardua investigación que estas dos colaboradoras sólo habían existido en la imaginación de Burt. Se comprobaba así que la obra de Burt era un fraude y que sus resultados habían sido amañados para demostrar las tesis del autor. La aclaración de la inexistencia de las "colaboradoras" de Burt condujo a numerosas análisis de sus trabajos, en los cuales se hallaron entonces datos sospechosos. En sus cálculos estadísticos aparecieron extrañas anomalías. Como es de suponer, los gemelos verdaderos no son muy numerosos y Burt los fue "encontrando" poco a poco a lo largo de su vida. Por consiguiente, sus sucesivos artículos que tratan sobre pares de gemelos cada vez más numerosos están espaciados por largos períodos de tiempo. Pero, dato curioso, el coeficiente de correlación entre los C.I. resulta ser, en todos las casos, exactamente el mismo con los tres decimales siempre idénticos. Los coeficientes de correlación eran de 0,944 para los gemelos criados juntos, y de 0,771 para los que habían sido criados por separado. Esos resultados sugerían que la herencia jugaba un papel importante sobre la inteligencia: lo innato era más importante que lo adquirido. La permanencia de tal coeficiente de correlación preciso deviene altamente improbable cuando el tamaño de la muestra es tan pequeño. El análisis estadístico detallado de una de las obras de Burt, "Inteligencia y movilidad social", realizado por el psicólogo norteamericano D.D. Dorffman en 1978, demostró de forma muy clara que, sin duda alguna, Burt "fabricaba" sus resultados.

Caso 2. Franz Moewus y los orígenes de la biología molecular

Hace 10 años que te doctoraste y desde entonces trabajas tratando de demostrar una elegante hipótesis bioquímica que describiría un determinado mecanismo biológico. En su día la universidad te ofreció una plaza gracias a este proyecto, pero después de 10 años de duro trabajo y ninguna publicación relevante la universidad amenaza con retirarte la subvención y tus compañeros empiezan a hacerte el “vacío” académico. Cuando ya pensabas que nada podría ir peor uno de tus becarios va y demuestra que la hipótesis inicial era totalmente errónea, y que el mecanismo que intentas describir ni siquiera existe. En este caso optas por…

A – No vas a renunciar a la gloria por un simple inconveniente como este. Primero utilizas tus influencias para trasladar al entrometido becario a otro departamento. A continuación describes el mecanismo tal y como tú lo imaginaste y finalmente “generas” los datos experimentales necesarios para respaldar tu explicación. Envías tu descubrimiento a las publicaciones más relevantes, lo expones en conferencias, das charlas y explicas a todos tus compañeros los detalles técnicos del descubrimiento que cambiará la historia de la biología. Una hipótesis tan bonita no puede desecharse por algo tan poco conveniente como la realidad.

B – Animas al becario a publicar su descubrimiento y dedicas los pocos recursos económicos que te quedan a dar un enfoque totalmente nuevo a la investigación para tratar de descubrir algo nuevo que te permita iniciar otro proyecto diferente. Si encuentras algo podrás salvar tu puesto y tu reputación, sino, tendrás que volver a buscarte la vida por otra vía.

C – Ignoras los resultados del becario y lo dejas todo como está. Intentarás “vivir del cuento” todo el tiempo que puedas, durante este tiempo ya se te ocurrirá algún proyecto prometedor que puedas proponer a la universidad.

D – Echas al becario y desacreditas su trabajo para que nadie vuelva a aceptarlo en ningún departamento. Un simple becario no puede echar por tierra el trabajo del investigador jefe, el mundo no funciona así.

E – No dices nada y esperas a ver cómo se desarrollan los acontecimientos


El "éxito" de Moewus consistía en haber desmontado "pieza a pieza” por lo menos setenta genes y su acción sobre la morfología, fisiología y bioquímica de la célula de la Chlamydmonas. Según Moewus la vida sexual de la Chlamydomonas eugametos estaba regulada por hormonas carotenoides. En 1938, Moewus se aseguró la colaboración del bioquímico alemán Richard Kuhn, que “casualmente” acababa de obtener el premio Nobel de Química de ese año por sus trabajos sobre los carotenoides. Según Moewus las etapas hormonales y de conducta de la sexualidad de la Chlnydomonas eugamentos se encadenaban exactamente como etapas de la transformación química progresiva de una molécula inicial, la protrocrocina, y existía un gen que regulaba cada una de las etapas de la transformación química. Moewus había "reducido" por vez primera toda una parte de la vida de un ser vivo a sus mecanismos elementales: los genes y los factores químicos.
Pero hoy se sabe que este fabuloso sistema de genes y factores químicos únicamente ha existido en su imaginación. Las dudas sobre el trabajo de Moewus surgieron en 1939. En esa fecha, el célebre genetista británico J.H.S. Haldane advirtió que en ciertas publicaciones de Moewus los datos presentaban una dispersión estadística extraordinariamente pequeña. En 1941, el biólogo alemán Karl Pätau también criticó los resultados estadísticos. Pero todo esto ocurría durante la Segunda Guerra Mundial y hubo que esperar a la década de los 1950 para que la obra de Moewus volviese a ser revisada por la comunidad científica internacional. En 1952; J.R. Raper efectuó un balance riguroso de las numerosas incoherencias del sistema de factores químicos "descubiertos" por Moewus, y demostró que su sistema no podía poseer la significación biológica que le atribuía. En 1954, H. Förster y L. Wiese desmintieron totalmente el papel de las sustancias carotenoides en la sexualidad de la Chlamydomonas. Ese mismo año, Moewus y su mujer fueron invitados por el genetista norteamericano Francis J. Ryan a su laboratorio para volver a realizar sus experimentos bajo su control, pero el equipo de F.J. Ryan no pudo volver a reproducir los resultados. Renner, un botánico alemán que conocía a Moewus desde antes de la guerra, redactó, en 1958, el acta de acusación. El artículo, publicado en alemán, quizá no tuvo la repercusión que debería haber tenido en la comunidad científica internacional, pues demostraba fehacientemente que Moewus no había realizado las experiencias que pretendía haber efectuado. Renner llegó a la conclusión definitiva de que las experiencias de Moewus no merecían ni siquiera ser criticadas, pues eran, sencillamente, inventadas, y por eso nadie podía volver a hallar los resultados de Moewus. Escribió esta conclusión a Moewus el 24 de febrero de 1958 y le pidió que se defendiera. No obtuvo contestación. La obra de Moewus, después de haber sido considerada la más brillante del siglo XX, desapareció totalmente de las publicaciones científicas.

Caso 3. Spector y el origen del cáncer

Tienes 16 años, te apasiona la ciencia y todos tus profesores del instituto te animan a ir a la universidad, pero tus padres no tienen dinero ni para seguir manteniéndote y las circunstancias te obligan a dejar el instituto para ponerte a trabajar. Aunque no puedas permitirte ir a la universidad pasas las noches estudiando por tu cuenta y cuando pasan unos cuantos años te das cuenta de que sabes mucho más que amigos tuyos que han estudiado una carrera…

A - Decides cumplir tus sueños de adolescencia por la vía rápida, falsificas un título en bioquímica y un par de postgrados, y entras a trabajar en un grupo de investigación. Has tenido unas cuentas ideas que crees que pueden ser interesantes y quieres que el mundo reconozca tu genio. En el laboratorio te acogen como a uno más y sientes que por fin has encontrado tu sitio en el mundo pero el entusiasmo te puede y no tienes paciencia. La ciencia es lenta y tú sabes que tus teorías son ciertas así que simplemente aceleras el proceso de reconocimiento generando los datos que demostrarán tus hipótesis. La comunidad científica te aclama y por fin obtienes el reconocimiento que te mereces.

B – Sabes que eres bueno y quieres que el mundo lo sepa pero aunque tienes formación no tienes la titulación necesaria. Sigues trabajando y pides un crédito para pagarte las clases nocturnas en la universidad. Después de años de insomnio y mucho trabajo consigues graduarte pero ya tienes casi 30 años, ninguna experiencia en laboratorio y un crédito que devolver al banco. Consigues compaginar tu empleo con un contrato a tiempo parcial en un grupo de investigación, y poco a poco vas progresando. Puede que dentro de un tiempo puedas cumplir por fin tu sueño y dedicarte por entero a lo que más te gusta.

C – Vas a la universidad para hablar con un profesor, le expones tu caso y le planteas tus ideas. Le propones hacer un trato, si él consigue que te convaliden los estudios tú trabajarás en su departamento y dejarás que publique tus descubrimientos a su nombre. Cuando la “deuda” esté pagada tú tendrás tu título y podrás acreditar experiencia en el trabajo de laboratorio.

D – Sabes que eres más inteligente que nadie y puedes demostrarlo. Escribes una serie de artículos exponiendo “tus descubrimientos” y los envías a todas las publicaciones que se te ocurren falsificando la universidad de referencia, tus títulos y los datos de tu equipo. Total, sólo hay que saber cómo escribir las cosas. Tus ideas son buenas y están bien respaldadas por los “datos” aportados así que pasan los filtros y finalmente se publican. Tú solito has dejado en ridículo a la comunidad científica y a sus sistemas de verificación.

E – Con lo que has conseguido tienes suficiente, te has demostrado a ti mismo que eres capaz de estudiar por tu cuenta y ahora puedes relajarte y seguir con tu vida.


En la primavera de 1981 una nueva superestrella de la investigación del cáncer hizo su aparición. Mark Spector, de sólo 24 años, bajo la tutela de su profesor, Efrain Racker, propuso una elegante teoría sobre el origen del cáncer basada en sólidos experimentos que podría hacerlo merecedor del premio Nobel de Medicina. En tan sólo 28 meses Spector pretendió demostrar que la ATP-asa sodio-potasio dependiente es fosforilada por una serie de cuatro enzimas conocidas como proteinocinasas, que se activan sucesivamente en la célula cancerosa en un proceso de "cascada". Según Spector en ese breve lapso había aislado y caracterizado los cuatro enzimas responsables del proceso (trabajo que generalmente lleva varios años, aún a investigadores avezados y en laboratorios bien equipados). Su hipótesis y datos experimentales encajaban perfectamente con los nuevos descubrimientos del cáncer, en especial con la demostración de que algunos oncogenes codifican la síntesis de una proteinocinasa. Los biólogos moleculares calificaron los descubrimientos de Spector de espectaculares y unificadores: no obstante, cuando otros investigadores trataron de repetirlos o aplicarlos, encontraron que no podían hacerlo. En la Universidad de Cornell, en el Instituto Nacional del Cáncer y en otros prestigiados laboratorios surgieron dudas sobre la probidad del "genio" de las proteinocinasas. En poco tiempo se desenmarañó el acertijo: Mark Spector había falsificado sus experimentos. Lo más sorprendente fue descubrir que el joven genio no tenía siquiera el grado de bachiller y que había logrado engañar a todo el sistema hasta obtener un puesto privilegiado que le permitió llegar a los estratos más elevados de la ciencia. Como dijera Richard McCany, bioquímico de Cornell, "si Spector hubiera propuesto sus ideas sólo como una hipótesis, podría ser reconocido como un genio".

Caso 4. El hombre de Piltdown

Eres paleontólogo y tienes la teoría de que el “eslabón perdido entre mono y hombre” eran homínidos con la capacidad craneal del homo sapiens actual y una estructura ósea craneal similar a la de los chimpancés. Es decir, que la inteligencia de estos “hombres primitivos” sería la misma que la del hombre actual y que sólo diferirían en el espesor y la forma de los huesos. Tu teoría es aparentemente válida pero los fósiles encontrados hasta ahora parecen demostrar que la evolución de la capacidad craneal sería paralela a la de la estructura ósea general, refutando así tu teoría. ¿Qué haces?

A - Tú tienes razón y los fósiles no. Decides fabricar un fósil híbrido que demuestre tu teoría uniendo un cráneo humano actual a una mandíbula de orangután. Pero no puedes mostrar tu descubrimiento al mundo tan fácilmente, necesitas que otros lo encuentren y lo validen para de esta forma corroborar tus teorías publicadas. Envejeces tu fósil, lo sitúas estratégicamente en un yacimiento que están excavando unos compañeros tuyos y esperas. Que los demás se encarguen de confirmar tus predicciones.

B - Asumes la realidad y publicas los resultados que ofrecen las pruebas fósiles. Tu trabajo anterior queda automáticamente desfasado y tienes que replantearte toda tu línea de investigación, qué se le va a hacer, así es la vida del investigador.

C - Intentas no hacer demasiado caso de los descubrimientos recientes que contradicen tus teorías pero empiezas a plantearte la posibilidad de que estés equivocado. Puede que debas cambiar el enfoque de tu investigación.

D - Utilizas tu pase de la universidad para entrar a los yacimientos en los que se encuentran los fósiles descubiertos recientemente, esos que contradicen tus teorías. Sustraes todos los que puedes y después los destruyes. De esta forma seguro que nadie podrá llevarte la contraria.

E – Hasta que no quede demostrado sin ningún género de dudas que estás equivocado no cambiarás de opinión.



El 18 de diciembre de 1912 Charles Dawson, secretario de la Sussex Archaeological Society, y Arthur Smith Woodward, geólogo del British Museum anunciaron haber encontrado el cráneo humano más antiguo jamás desenterrado en la isla. Ello halagaba la vanidad británica, fuertemente sacudida por el éxito de franceses y alemanes en desenterrar fósiles antiquísimos. El eslabón perdido era inglés, y consecuentemente Inglaterra era la cuna de la humanidad. El espécimen, llamado el hombre de Piltdown, ocupó un lugar de honor en los catálogos de fósiles por cuarenta años. El cráneo de Piltdown, fue considerado el famoso "eslabón perdido” entre el mono y el hombre, previsto por la teoría de la evolución: el cráneo de este fósil se caracterizaba como perfectamente humano, mientras que la mandíbula parecía la de un chimpancé. En 1953, el British Museum tuvo que reconocer oficialmente que el "hombre de Piltdown" era una falsificación: se había combinado un cráneo de hombre moderno con una mandíbula de orangután y el conjunto había sido cuidadosamente amañado para dar la impresión de "antiguo". El historiador Ian Langham de la Universidad de Sydney concluyó en 1984 que fue Arthur Keith. El análisis de su diario, publicaciones y cartas dan indicios de que mentía, y que intentó cubrirse en su diario. Sabiendo que el cráneo era patológicamente engrosado, fue fácilmente rastreado hasta el Royal College, donde Keith trabajaba, y que tiene la mayor colección de esqueletos patológicos del Reino Unido. Ya antes de la conclusión de su culpabilidad, Keith había sido acusado por colegas de publicar información falsa. Parece que Keith tenía dos motivos para el fraude. Uno era el establecimiento de un concepto particular de la evolución humana, el otro era simplemente el deseo de avanzar en la carrera y la ambición. Keith creía que los ancestros humanos tenían cráneos esencialmente iguales a los actuales, y que el espesor mayor no era importante. Habría plantado los falsos fósiles para probar su teoría, al ver que las excavaciones en serio no daban muestras de antiguos cráneos de la forma “correcta” según él. En 1912, Keith no era miembro de la Royal Society, y su candidatura fue rechazada dos veces. Alcanzó el honor en 1913. En 1921, fue ennoblecido como Sir Arthur Keith. Murió en 1955, escapando a su descrédito.

Caso 5. Ptolomeo y el sistema geocéntrico

Estamos en el año 150 de nuestra era, en Egipto. Eres un importante hombre de ciencia y trabajas en la famosa biblioteca de Alejandría. A lo largo de tu carrera has realizado avances en diferentes campos, desde la geografía hasta la música pasando por las matemáticas, pero lo que más deseas es demostrar una de tus ideas más importantes, que la tierra es el centro del universo y todos los cuerpos celestes giran a su alrededor. Aunque el simple sentido común te confirma que así es, te gustaría poder demostrarlo matemáticamente. Casualmente y gracias a tu trabajo en la biblioteca llega a tus manos el manuscrito de un astrónomo griego en el que aparecen sus observaciones y los cálculos que se derivan de ellos. Descubres que estos datos podrían llegar a confirmar tu teoría pero no se ajustan del todo a lo esperado para un modelo geocéntrico…

A – La obra de Dios es perfecta y por lo tanto el modelo geocéntrico debe serlo también pero dado que los humanos somos imperfectos, los cálculos que ha realizado el astrónomo también deben serlo. Decides corregir las “incorrecciones” en el cálculo para que cuadren con el modelo y muestras los resultados como propios, obviando al astrónomo. Por fin consigues demostrar matemáticamente aquello que todo el mundo sabía desde siempre y tu obra vital está completa.

B – Si los datos experimentales no coinciden con lo esperado para un modelo en el que la tierra es el centro del universo podría ser porque el geocentrismo no funciona del todo. Piensas que quizá deberías plantearte otro tipo de modelo…

C – La obra de este astrónomo te ha inquietado y decides repetir el experimento para comprobar los datos obtenidos. Obtienes los mismos resultados pero aparece una pequeña desviación que atribuyes a las diferentes latitudes del punto de observación. Corriges la latitud y “ajustas” los cálculos a tu modelo, al fin has conseguido demostrar tu teoría.

D – Los cálculos del astrónomo están claramente equivocados, los desechas y empiezas desde cero. Partes de los resultados que quieres obtener para que los cálculos se ajusten perfectamente a ellos, de esta forma tu teoría será matemáticamente perfecta.

E – Como los datos no se ajustan a lo que esperabas asumes que no son correctos y desechas el manuscrito. Dejas de preocuparte por el tema y piensas en otra cosa.


Un análisis retrospectivo indica que el fraude y a deshonestidad científicos no son exclusivos de nuestra época. Claudio Ptolomeo, uno de los científicos con mayor solidez en la historia, propuso un sistema geocéntrico que predecía la posición de los planetas. Aparentemente, sus observaciones y cálculos los realizó él mismo durante las transparentes noches en las costas de Egipto. Sus ideas prevalecieron durante casi 1500 años, hasta que Copérnico presentó el sistema heliocéntrico. No obstante, estudios recientes realizados por astrónomos competentes indican que el gran Ptolomeo no pudo haber hecho esos cálculos, y que probablemente los tomó de otro astrónomo que le precedió, de nombre Hiparco, y que trabajaba en la isla de Rodas. La diferencia de latitud entre Alejandría y Rodas, de cinco grados, dio la clave para descubrir que las observaciones de que hablaba Ptolomeo corresponden a las que se obtienen en la latitud de la isla griega y no en la de Alejandría. Además, Ptolomeo no usó los datos plagiados en forma objetiva para elaborar una teoría, sino en forma parcial y distorsionada para fundamentar su idea preconcebida de geocentrismo.

Caso 6. Apropiación de publicaciones ajenas

Eres investigador y además trabajas como experto evaluador de una prestigiosa revista científica. Ahora mismo estás trabajando en un proyecto muy importante para tu futuro profesional pero has llegado a un punto muerto en la investigación. Los responsables de la revista para la que trabajas te hacen evaluar un artículo que se basa en una investigación similar a la tuya. Después de analizarlo descubres que esta investigación ha llegado a conclusiones muy importantes y que si los resultados son publicados dejarán obsoleto todo tu trabajo. En esta situación tú…

A – Utilizas las conclusiones a las que llega el artículo para avanzar en tu propia investigación y retrasas la evaluación del mismo para que te dé tiempo a publicar tu propio artículo.

B – Das tu visto bueno y el artículo se publica. Gracias a los conocimientos adquiridos tu investigación supera el punto muerto pero cuando consigues publicar tu estudio ya no es una novedad.

C – Retrasas un poco la evaluación del artículo, lo justo para que te dé tiempo a publicar un breve resumen de sobre tu investigación. De esta manera no perjudicas a nadie, los otros autores consiguen publicar su artículo y tú consigues asegurar la vigencia de tu trabajo.

D – Buscas (o inventas) cualquier excusa técnica para rechazar el artículo y utilizas sus datos para mejorar en tu investigación.

E – Evalúas el artículo y das una opinión imparcial. Que pase lo que tenga que pasar.



Otro ejemplo de falta de integridad científica es la apropiación de los escritos ajenos aún no publicados en las revistas científicas. Recientemente el biólogo E.F. Wheelock escribió un informe sobre el "letargo y despertar de los tumores", destinado a servir para solicitar una subvención a los Servicios de Salud Pública estadounidenses. Cuál no sería su sorpresa al ver aparecer, dos años más tarde, en revistas especializadas, dos artículos que trataban exactamente sobre este tema y reproducían palabra por palabra gran parte de su informe. Los artículos los firmaba su colega A.E.K. Alsabati, que había trabajado cerca de cinco meses en su laboratorio durante la época en que él redactó dicho informe.
En general, no es un secreto para nadie del mundo científico que ciertos especialistas a quienes la revistas envían los originales para su examen los utilizan abusivamente para sus investigaciones personales y retrasan dar la opinión que se les ha pedido con el fin de que publiquen sus propios resultados antes que aquéllas en que se han inspirado o también para hacer publicar primero los de sus amigos. Un caso particular de este tipo de fraude es la apropiación por los directores o investigadores principales de los logros de sus doctorandos, lo que parece ser, por ejemplo, de Konstantinos Fostiropoulos, investigador en el Max Planck Institut en Jena, Alemania, quien participó en el descubrimiento del “buckminsterfullereno”, una molécula de carbono en forma de pelota de fútbol, y fue convenientemente “olvidado” al momento de patentar la técnica de fabricación. Algo parecido ocurrió con el premio Nobel y astrónomo Anthony Hewish, quien se apropió del descubrimiento de la evidencia experimental de la existencia de los pulsares, que en realidad efectuó su doctoranda Jocelyn Bell.

Puntuación del test

Puntuaciones por respuesta:

A – 1 punto
B – 2 puntos
C – 3 puntos
D – 4 puntos
E – 5 puntos


- De 6 a 9 puntos: El genio incomprendido

Eres inteligente, impaciente y creativo, estás muy seguro de ti mismo y confías plenamente en tus capacidades. Confías tanto en tu superioridad de juicio que consideras que el método experimental es un simple medio para confirmar tus teorías previas. Te cuesta aceptar puntos de vista diferentes al tuyo y no toleras que las pruebas echen a perder una teoría fantástica.
Gracias a tu inteligencia y a tus relajados valores éticos seguramente llegarás muy lejos en el mundo de la ciencia. Pero ten cuidado, aunque tú consideres que el fin justifica los medios y que lo que haces es correcto, la sociedad puede tener otra opinión y toda tu reputación podría verse comprometida si no actúas con prudencia.

- De 10 a 15 puntos: El sabio bonachón

Definitivamente no vas a hacerte rico. Eres el típico sabio bonachón, un padre de la ciencia que antepone el bien común al beneficio personal. Tu constancia y dedicación serán la clave para alcanzar los objetivos que te has propuesto y te espera una larga y próspera carrera en el mundo de la ciencia.
Sin embargo te falta picardía y un poco de megalomanía sana, seguramente tendrás que trabajar mucho más que los demás para conseguir lo mismo que ellos pero no desesperes, puede que tu método sea lento pero es seguro. Tu trabajo es sinónimo de calidad y a la larga serás recompensado. Eso sí, recuerda que no existe el Nobel póstumo…

- De 16 a 21 puntos: El científico despierto

Te gusta tu trabajo pero vives en el mundo real. Puedes ser brillante si te lo propones (y si las circunstancias te obligan a ello) pero no siempre tienes la paciencia suficiente para seguir el camino más correcto. Crees en la ciencia e intentas hacer las cosas lo mejor que puedes pero seamos realistas, ni vas a salvar el mundo ni pretendes hacerlo, la ciencia para ti no es más que una forma de ganarte la vida.
Consideras que nada es perfecto y que un poquito de ayuda nunca viene mal siempre que nadie salga perjudicado. Tu sentido práctico de la vida provoca que tus métodos sean a veces cuestionables y podrías tener problemas en un futuro si te dejas llevar demasiado. Tienes lo necesario para triunfar pero no debes dejarte arrastrar al lado oscuro.

- De 22 a 27 puntos: El loco sin escrúpulos

La ética y la moral no son lo tuyo, careces de ellas y esto te encanta. Tu forma de actuar parece sacada de un manual de estilo para villanos y la ciencia para ti no es más que una herramienta para cumplir los objetivos que te propones. Piensas que tienes derecho a actuar siempre en beneficio propio, y consideras que las normas que la sociedad ha creado no tienen nada que ver contigo.
Es posible que todo te salga bien y que siempre logres lo que te propones pero la mayor parte de tu trabajo será un fraude y lo más seguro es que el tiempo acabe por descubrirte.

- De 28 a 30 puntos: El Gandhi de la ciencia

Tu actitud ante la investigación es de pasividad extrema. No decides nada por ti mismo y te dejas llevar por la situación. Eres honesto porque ni siquiera tienes la iniciativa necesaria para hacer algo moralmente reprobable, sin embargo la integridad no implica genialidad y si no demuestras un poco más de iniciativa difícilmente conseguirás hacer algo de provecho.