Caso 4. El hombre de Piltdown

Eres paleontólogo y tienes la teoría de que el “eslabón perdido entre mono y hombre” eran homínidos con la capacidad craneal del homo sapiens actual y una estructura ósea craneal similar a la de los chimpancés. Es decir, que la inteligencia de estos “hombres primitivos” sería la misma que la del hombre actual y que sólo diferirían en el espesor y la forma de los huesos. Tu teoría es aparentemente válida pero los fósiles encontrados hasta ahora parecen demostrar que la evolución de la capacidad craneal sería paralela a la de la estructura ósea general, refutando así tu teoría. ¿Qué haces?

A - Tú tienes razón y los fósiles no. Decides fabricar un fósil híbrido que demuestre tu teoría uniendo un cráneo humano actual a una mandíbula de orangután. Pero no puedes mostrar tu descubrimiento al mundo tan fácilmente, necesitas que otros lo encuentren y lo validen para de esta forma corroborar tus teorías publicadas. Envejeces tu fósil, lo sitúas estratégicamente en un yacimiento que están excavando unos compañeros tuyos y esperas. Que los demás se encarguen de confirmar tus predicciones.

B - Asumes la realidad y publicas los resultados que ofrecen las pruebas fósiles. Tu trabajo anterior queda automáticamente desfasado y tienes que replantearte toda tu línea de investigación, qué se le va a hacer, así es la vida del investigador.

C - Intentas no hacer demasiado caso de los descubrimientos recientes que contradicen tus teorías pero empiezas a plantearte la posibilidad de que estés equivocado. Puede que debas cambiar el enfoque de tu investigación.

D - Utilizas tu pase de la universidad para entrar a los yacimientos en los que se encuentran los fósiles descubiertos recientemente, esos que contradicen tus teorías. Sustraes todos los que puedes y después los destruyes. De esta forma seguro que nadie podrá llevarte la contraria.

E – Hasta que no quede demostrado sin ningún género de dudas que estás equivocado no cambiarás de opinión.



El 18 de diciembre de 1912 Charles Dawson, secretario de la Sussex Archaeological Society, y Arthur Smith Woodward, geólogo del British Museum anunciaron haber encontrado el cráneo humano más antiguo jamás desenterrado en la isla. Ello halagaba la vanidad británica, fuertemente sacudida por el éxito de franceses y alemanes en desenterrar fósiles antiquísimos. El eslabón perdido era inglés, y consecuentemente Inglaterra era la cuna de la humanidad. El espécimen, llamado el hombre de Piltdown, ocupó un lugar de honor en los catálogos de fósiles por cuarenta años. El cráneo de Piltdown, fue considerado el famoso "eslabón perdido” entre el mono y el hombre, previsto por la teoría de la evolución: el cráneo de este fósil se caracterizaba como perfectamente humano, mientras que la mandíbula parecía la de un chimpancé. En 1953, el British Museum tuvo que reconocer oficialmente que el "hombre de Piltdown" era una falsificación: se había combinado un cráneo de hombre moderno con una mandíbula de orangután y el conjunto había sido cuidadosamente amañado para dar la impresión de "antiguo". El historiador Ian Langham de la Universidad de Sydney concluyó en 1984 que fue Arthur Keith. El análisis de su diario, publicaciones y cartas dan indicios de que mentía, y que intentó cubrirse en su diario. Sabiendo que el cráneo era patológicamente engrosado, fue fácilmente rastreado hasta el Royal College, donde Keith trabajaba, y que tiene la mayor colección de esqueletos patológicos del Reino Unido. Ya antes de la conclusión de su culpabilidad, Keith había sido acusado por colegas de publicar información falsa. Parece que Keith tenía dos motivos para el fraude. Uno era el establecimiento de un concepto particular de la evolución humana, el otro era simplemente el deseo de avanzar en la carrera y la ambición. Keith creía que los ancestros humanos tenían cráneos esencialmente iguales a los actuales, y que el espesor mayor no era importante. Habría plantado los falsos fósiles para probar su teoría, al ver que las excavaciones en serio no daban muestras de antiguos cráneos de la forma “correcta” según él. En 1912, Keith no era miembro de la Royal Society, y su candidatura fue rechazada dos veces. Alcanzó el honor en 1913. En 1921, fue ennoblecido como Sir Arthur Keith. Murió en 1955, escapando a su descrédito.

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